¿Alguien se acuerda?

Yo solía escribir.
Yo solía escribir largo y tendido.
Yo solía escribir largo y tendido sobre lo que me importaba.
Ensayos, eran, textos sin ninguna forma especial, simplemente para sacárme el asunto de adentro y compartir.
Entonces me dijeron que era demasiado sincera, que me exponía demasiado, que no hacía más que quejarme, que hablaba de cosas escandalosas o que a nadie le importaban.
Y yo me lo creí.
Yo me lo creí en el fondo de mi alma
Y ya no me lo puedo descreer.
He perdido la curiosidad por saber qué piensan los demás de mi.
Y el interés por que me comprendan y vean quién soy en realidad.
Y al que no le importa nada no escribe, ni bien ni mal. Lo mismo da.
Ya lo he descubierto:
Estoy convencida de que no les importa lo que tengo que decir.
Ahora son otros los que escriben, que antes no escribían.
¿Será que es tiempo de leer?
Y qué me hago yo con todo esto que pienso
Qué hago yo con todo lo que pienso y no sé conducir a nada productivo ni útil.
Qué hago yo si cumplo cuarenta años y sigo viviendo con mis padres sin poder ser adulta
Cuántas amigas me quedan por alejar con mi inmadurez
Cuántos hombres nunca van a querer nada conmigo
A cuántas psicólogas voy a aburrir hasta el hartazgo con mis problemas diminutos para el mundo.
Es verdad. Sus problemas son más importantes que los míos.
Y los problemas de él también.
Y los de fulano y sutano, y los de fulana y perenceja.
Soy yo la que no comprende que todo está bien y no tengo de qué preocuparme,
Que es todo una ilusión en mi cabeza que magnifica las cosas.
Que todo lo mio son carajitadas de niñas que nunca han pasado trabajo.
Y el mar.
Y el mar está tan cerca.
Y el mar está tan cerca de mi mientras escribo.
Si abriera la ventana sentiría su sabor.
Qué pereza buscar otra psicóloga.
La única que no era New Age.

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